En este periodo del equinoccio de primavera, vemos resucitar toda la naturaleza.
A través de la oruga en mariposa o el grano que tiene que morir para fructificar.
Transformar nuestra naturaleza inferior es el gran trabajo para dar paso a la parte Espiritual.
Pero nuestra naturaleza en extremadamente hábil, astuta y sabe lo que tiene que hacer para engatusarnos. Necesitamos mucho discernimiento, un amor estable y una voluntad poderosa.
Una nueva ola afluye desde el Cosmos, toda la Tierra se llena de flores.
También nosotros necesitamos renovarnos, sintonizar, abrir puertas y ventanas, estar libres disponibles y recibir esta nueva vida con los brazos abiertos.
Estos días por encima de nuestras cabezas las grullas en su fantástico viaje entonan cánticos luminosos. Ellas son ejemplo de prudencia y vigilancia. Según los naturalistas, al llegas las grullas a alguna parte, establecen un acecho el cual para no dejarse sorprender del sueño, se sostienen tan solo sobre un pie y en otro una piedras para que cayendo le despierte.
Los almendros con su cúpula de flores blancas, árbol de la juventud, de la alegría nos transmite la idea de pereza, de nobles sentimientos. Parece como si nos invitara a tomar una decisión, encender una célula en nuestro corazón o en el cerebro para dejar de ser vulnerables, endebles, miedoso y desgraciados.
Dice Don Antonio Machado:
“ Bajo ese almendro florido
todo cargado de flor
-recorde-, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy, en mitad de la vida
me he parado a meditar…
¡Juventud nunca vivida,
quien te volviera a soñar!”
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