miércoles, 18 de marzo de 2015

La Primavera

          
          Llevaban dos horas paseando por la galería de los Uffici. El arte, y la intensa luz que entraba por los ventanales lo invadían todo, y ellos se sentían cómplices del tiempo y del espacio en aquel palacio italiano del siglo XV, que parecía haberse burlado de los años.
“Y ahora viene lo mejor”, le había dicho ella con la sonrisa en los ojos. 
Cogiéndole de la mano, le arrastró con impaciencia y con la respiración entrecortada hasta la sala número diez. Allí, imponente, les esperaba " La Primavera" de Sandro Botticelli.
Ella, con la mirada fija en la obra, le soltó la mano y se adelantó unos pasos. La miraba embelesada, como quien mira la cosa más bella del mundo. Sonreía. 

La Primavera de Botticelli. (Galeria Uffici, Florencia)

  • ¿Y bien? ¿Que te parece? 
  • Es... Bonito
  • ¿Bonito? Es excepcional, asombroso, único-  dijo soltando un suspiro de absoluta veneración.- 
  • Mario,  te presento a Venus, la diosa del amor y de la primavera. Observa con que elegancia eleva la mano a modo de saludo. ¿ves sus ropajes? Dignos de una reina. Sobre ella está su hijo, Cupido, que apunta con una flecha ardiendo. Estas tres de la izquierda son las tres gracias, diosas del encanto, la gracia y la belleza. Fíjate en sus rostros, juveniles y alegres como los describió Séneca. Cogidas de la mano bailan en la celebración de la antigua Floralia. Y este de aquí, no es otro que Mercurio, el dios de los vientos que esparcen las semillas. Aparece acariciando una naranja, emblema del escudo de armas de los Medici. Y mira a la derecha. Perséfone, agarrándose a Deméter con desesperación, es capturada por Hades, quien la llevará al inframundo provocando el frío del invierno. ¿No te parece magnífico?- le pregunto sin esperar respuesta alguna.
Mario la contemplaba maravillado. Su sonrisa se equiparaba a la luminosidad de la imagen que acababa de explicarle, su risa a la más elaborada pincelada, sus ojos a la expresión de color más cuidada, y toda ella le parecía una obra maestra.
Mientras ella solo veía arte, él, solo la veía a ella.

                                                                                                                          Rocio Tobajas

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