miércoles, 18 de marzo de 2015

Spring

En este periodo del equinoccio de primavera, vemos resucitar toda la naturaleza.
A través de la oruga en mariposa o el grano que tiene que morir para fructificar.
Transformar nuestra naturaleza inferior es el gran trabajo para dar paso a la parte Espiritual.

Pero nuestra naturaleza en extremadamente hábil, astuta y sabe lo que tiene que hacer para engatusarnos. Necesitamos mucho discernimiento, un amor estable y una voluntad poderosa.

Una nueva ola afluye desde el Cosmos, toda la Tierra se llena de flores.
También nosotros necesitamos renovarnos, sintonizar, abrir puertas y ventanas, estar libres disponibles y recibir esta nueva vida con los brazos abiertos.

Estos días por encima de nuestras cabezas las grullas en su fantástico viaje entonan cánticos luminosos. Ellas son ejemplo de prudencia y vigilancia. Según los naturalistas, al llegas las grullas a alguna parte, establecen un acecho el cual para no dejarse sorprender del sueño, se sostienen tan solo sobre un pie y en otro una piedras para que cayendo le despierte.

Los almendros con su cúpula de flores blancas, árbol de la juventud, de la alegría nos transmite la idea de pereza, de nobles sentimientos. Parece como si nos invitara a tomar una decisión, encender una célula en nuestro corazón o en el cerebro para dejar de ser vulnerables, endebles, miedoso y desgraciados.

            Dice Don Antonio Machado:

“ Bajo ese almendro florido
todo cargado de flor
-recorde-, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy, en mitad de la vida
me he parado a meditar…
¡Juventud nunca vivida,
quien te volviera a soñar!”


La Primavera

          
          Llevaban dos horas paseando por la galería de los Uffici. El arte, y la intensa luz que entraba por los ventanales lo invadían todo, y ellos se sentían cómplices del tiempo y del espacio en aquel palacio italiano del siglo XV, que parecía haberse burlado de los años.
“Y ahora viene lo mejor”, le había dicho ella con la sonrisa en los ojos. 
Cogiéndole de la mano, le arrastró con impaciencia y con la respiración entrecortada hasta la sala número diez. Allí, imponente, les esperaba " La Primavera" de Sandro Botticelli.
Ella, con la mirada fija en la obra, le soltó la mano y se adelantó unos pasos. La miraba embelesada, como quien mira la cosa más bella del mundo. Sonreía. 

La Primavera de Botticelli. (Galeria Uffici, Florencia)

  • ¿Y bien? ¿Que te parece? 
  • Es... Bonito
  • ¿Bonito? Es excepcional, asombroso, único-  dijo soltando un suspiro de absoluta veneración.- 
  • Mario,  te presento a Venus, la diosa del amor y de la primavera. Observa con que elegancia eleva la mano a modo de saludo. ¿ves sus ropajes? Dignos de una reina. Sobre ella está su hijo, Cupido, que apunta con una flecha ardiendo. Estas tres de la izquierda son las tres gracias, diosas del encanto, la gracia y la belleza. Fíjate en sus rostros, juveniles y alegres como los describió Séneca. Cogidas de la mano bailan en la celebración de la antigua Floralia. Y este de aquí, no es otro que Mercurio, el dios de los vientos que esparcen las semillas. Aparece acariciando una naranja, emblema del escudo de armas de los Medici. Y mira a la derecha. Perséfone, agarrándose a Deméter con desesperación, es capturada por Hades, quien la llevará al inframundo provocando el frío del invierno. ¿No te parece magnífico?- le pregunto sin esperar respuesta alguna.
Mario la contemplaba maravillado. Su sonrisa se equiparaba a la luminosidad de la imagen que acababa de explicarle, su risa a la más elaborada pincelada, sus ojos a la expresión de color más cuidada, y toda ella le parecía una obra maestra.
Mientras ella solo veía arte, él, solo la veía a ella.

                                                                                                                          Rocio Tobajas